Colección: Vajilla

Servir bonito también cuenta historias. Elijo piezas con tacto amable, formas proporcionadas y acabados que dejan que la comida sea la protagonista. La porcelana de Limoges aporta claridad y ligereza; el grès suma textura y calidez de casa. Me gustan los bordes sutiles y los brillos contenidos que dialogan con lino, madera y cristal de pared fina.

Vajilla que deja hablar a la mesa

Un servicio básico se amplía con platos de postre, cuencos y una fuente que haga de centro en días especiales. los bajoplatos estructuran la mesa y protegen la mantelería discretamente. La cristalería ordena alturas y deja pasar la luz. La cubertería acompaña con el peso justo. Todo funciona si cada pieza sabe su lugar: nada se impone, todo suma.

Para mí, una buena vajilla es esa que atraviesa estaciones, acepta distintos manteles y guarda la memoria de sobremesas largas. No hace falta tener mucho, solo hace falta tener bien elegido.