Colección: Cojines

Un cojín cambia el ánimo de una estancia. Los míos nacen de linos y algodones con cuerpo justo, cremalleras que resisten y acabados pequeños —vainicas, vivos, un bordado mínimo— que se descubren de cerca.

Tríos que funcionan

Trabajo con tamaños distintos para crear ritmo: cuadrado para asiento, rectangular para recoger la espalda, generoso para leer. Suelo componer tríos: una base lisa que sostiene, una textura que da hondura y un color puente que conversa con la madera, el tapizado o el mantel cercano.

La idea es que el conjunto respire, no que compita. En temporadas frías subo gramajes y profundizo tonos. Cuando llega la luz larga, vuelvo a los neutros y dejo que el aire haga su parte.

Un buen cojín no pide atención: la casa lo encuentra sola, como a los objetos que ya estaban antes de que tú llegaras.