Al volante

Sujeto el volante de mi coche y miro al horizonte. El capítulo de mi vida que acabo de cerrar me impulsa hacia adelante, y la necesidad de comenzar el siguiente me empieza a susurrar en el nacimiento del cuello. Shhh

Siento el vacío de acabar un libro y urgencia de que el siguiente sea tan intenso como el anterior. El vacío de la plenitud. Lo llevo todo conmigo. No quiero nada más, pero a la vez la llamada al abismo. Un lugar desconocido que ya no me asusta porque todas y cada una de las cosas que he conseguido en mi vida han venido de allí, de adentrarme en la oscuridad, adaptarme a ella y descubrir las luces, los matices, las galaxias que jamás se me hubieran mostrado si no hubiera dado ese primer paso.

Un sí por delante, así defino este momento. Un “sí, quiero”, lo que sea que venga, lo que sea que encuentre, lo que sea que llegue y me revuelva. Sí a los colores, a las formas, a los sabores, a lo nuevo y a lo viejo visto con nuevos ojos. A lo que no me gusta pero decido darle una oportunidad. Sí a escuchar el latido de otras vidas y hacerlas mías. Sí a sentarme a la mesa de desconocidos, sí a aparecer en la puerta de viejos amigos y volver a bailar al son de nuestras vidas anteriores. Sí a sumar, multiplicar, exponenciarme. Crecer y volver a empezar tantas veces como haga falta.

Me acompañan mis espíritus, mis historias, mi certitud de que nunca se cae tanto como para no levantarse. Todo eso va conmigo al volante.

A veces con música de fondo, aquellas notas que me transportan a algún capítulo del ayer, los tambores que me empujan al futuro abismo, o con el más absoluto silencio, que me acompasa la respiración presente. Hoy, aquí y ahora.

De pronto, la necesidad imperiosa de detenerme. De frenar la carretera y conquistar este mismo rincón en el que estoy. Este en el que nadie antes ha pisado como yo puedo pisarlo. Nadie lo ha respirado como yo, ni lo ha llenado con mis experiencias. Detengo el coche y lo hago mío. Me bajo, camino, siento, respiro, canto y conquisto. Planto mi bandera. La clavo en este lugar y este momento para siempre. Ondea como una frase subrayada en un libro. Aquí estuvo Manuela. Aquí he dejado un instante todo mi ser. Aquí, donde nadie antes, lo de Manuela.

Por el momento solo así quiero empezar. Con sensaciones. Como lo que la piel en contacto con el aire provoca.

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