La mirada en común
- Él escogió esta foto- dije con la mirada fija en la fotografía de Poolside Gossip. Sabía que, aunque quisiera echarme atrás, ya no sería posible. En esa imagen se abría la puerta a nuestra siguiente colección y el equipo de Lo de Manuela no iba a dejar pasar esa oportunidad.
- Manuela, ¿quién es él?- me preguntó Martina intentando no perder la paciencia.
- “En qué lugar se enamoró de ti” ... - canturreó Sofía callándose en el momento en que los demás la fulminaron con la mirada. - Perdón.
- Se llamaba Max y era compañero mío del curso de fotoperiodismo que había comenzado en San Francisco - suspiré. - Esta fotografía fue su proyecto de final de curso. Hasta el día antes de las vacaciones de fin de año ni me había fijado en él, pero las circunstancias nos obligaron a pasar los siguientes días juntos.
- ¿Las circunstancias?
- ¡Dejadla continuar, no la atosiguéis! - dijo Joaquín mientras me pasaba un vaso de agua.
- Mr. Galagowski, el tutor de la materia, fue esa circunstancia – dije, y me bebí todo el vaso de golpe.
El aire en la oficina había cambiado. Ahora se respiraba un ambiente de intensa concentración.
Tomé el libro que Joaquín me había quitado y observé la foto. Repasé la silueta de la casa y la de las dos mujeres con mis dedos, ordenando mis ideas.
***
Dorothea Lange, una de las fotógrafas más reputadas del siglo pasado, había sido una de las razones por la que había estudiado periodismo. La oratoria y la sintaxis corrían por las venas de mi familia, por lo que mi decisión había parecido evidente. Yo no lo tuve claro hasta cruzarme con las imágenes de Lange, con sus crudas instantáneas y su capacidad de mostrar realidades diferentes a la suya. Su obra más conocida, la Madre Migrante, resultó ser el empujoncito que me faltaba para volcar mis estudios en esa disciplina. La mirada al vacío de una madre desamparada rodeada de sus hijos en una América sin respuestas se había convertido en una obsesión. Dorothea Lange me había atrapado con su manera de narrar en imágenes las realidades que observaba. Ese caudal de inspiración me había hecho desembocar en San Francisco, donde había tirado el ancla temporalmente, seducida por un curso de historia de la fotografía.
***
- ¿Y Slim Aarons dónde aparece? - me preguntó con ansiedad Sofía. Al instante las miradas de los demás la hicieron volver a callarse. Para entonces yo ya no podía parar. Las palabras fluían.
- No sé si habéis tenido alguna vez la suerte de encontraros con un profesor genial, de esos que te ayudan a abrir la mente, a identificar tus pasiones y perseguirlas. Mr. Galagowski era uno de ellos y como sabía que la mayoría de los alumnos de su curso no volveríamos a casa por Navidad, decidió proponernos un proyecto. A todos nos pareció una idea fabulosa evitar la nostalgia de esas fechas haciendo algo de lo que más disfrutábamos. Cada alumno debía elegir un fotógrafo californiano e ir en busca del lugar exacto en donde se había tomado alguna de sus obras. En ese lugar se debería analizar tanto el ángulo, la hora y la luz como las circunstancias históricas y personales del artista en ese momento. Yo me quedé con Dorothea Lange, por supuesto, y para mi trabajo elegí una fotografía que se llamaba Camino a Los Ángeles.
***
Las clases de la tarde habían acabado y yo recogía mis cosas. Planeaba mi agenda del día, intentando escapar del espíritu navideño que amenazaba con engullirme. Eran mis primeras Navidades sola.
Camino a Los Ángeles quedaba a una distancia prudente de San Francisco, así que podría visitar el lugar sin problemas; pero antes debía visitar la biblioteca, donde tendría que buscar más información acerca de la foto.
- Manuela – escuché, y al darme vuelta vi al profesor, que se había acercado a mi mesa. - Quiero que hagas el trabajo con un compañero.
- ¿Cómo? ¿Por qué? – pregunté. Eso desbarataba todos mis planes. He de reconocer que la idea de unos días sola con mi cámara persiguiendo a Dorothea me había seducido.
- Bueno, pues resulta que este compañero ha elegido a un fotógrafo que tiene algo en común con Lange - me respondió. - Y me gustaría que, como tarea extra, ambos investigarais de qué se trata.
- ¿Y cuál es el fotógrafo?
- Slim Aarons.
El profesor levantó la mirada. Yo se la seguí, forzándome a dar la vuelta para ver a quién estaba observando. Nunca había hablado con él, ya que solía sentarse al fondo de la clase y yo prefería las primeras filas. Era callado, y por eso tampoco recordaba haberlo escuchado respondiendo alguna pregunta del profesor. Seguía sentado en su lugar, a pesar de que la clase había terminado, y escuchaba música mientras dibujaba en un cuaderno de color ocre. Pareció percibir nuestras miradas porque levantó el lápiz y sus ojos asomaron por entre un mechón de pelo que le caía en la cara. Al encontrarse con nosotros levantó su cabeza del dibujo, se quitó los auriculares y nos hizo un gesto casi imperceptible con la cabeza.
- Estoy seguro de que juntos haréis un excelente trabajo - dijo el profesor.
Esa mirada de desconocidos dio comienzo a mi viaje, en busca de otra mirada más profunda y común; la de dos fotógrafos que tampoco parecían tener algo que los uniera. Un viaje que me llevaría a desentrañar los secretos de Calafia en el desierto de California.
1 comentario
Magnificamente escrito. Me gustaria seguir leyendo la historia