COLECCIÓN PRIMAVERA/ VERANO 2025

La mente es una pícara estratega que nos esconde sorpresas en los lugares menos pensados, ¿cómo podía imaginar, si no, que detrás del suave crujido de la puerta de Can Cebriá estaría esperándome la inspiración para mi siguiente colección?

Este viaje empieza en lo alto de una colina en L’Empordà, olorosa de flores tempranas y tocada por el sol de media tarde a principios de primavera. Algo en el aroma de la tierra tocó el recuerdo de otra colina tan distinta y tan igual en La Toscana, mi primer viaje a Italia, a la preciosa Vila donde mi tío abuelo vivía con il suo Grande Amore, la bellíssima zía Gina. 

Fue abrir ese gran portón de madera y el fresco aire entre sus paredes de piedra me llenó el pecho de una emoción antigua e inesperada, un viaje a cuando el mundo se veía desde la altura de una niña demasiado acostumbrada a viajar y necesitada de echar raíces.

De pronto me recordé descalza en el sendero de piedrecitas rumbo al huerto de la casa junto a mis primos, rodeados de bichillos y mariposas, la radio del tío, amante de la ópera italiana, sonando a todas horas, tía Gina cocinando los platos de su abuela: mucho tomate, quesos, hierbas aromáticas, pan delicioso recién horneado, mientras la mía, mi adorada abuela mágica, la ayudaba a poner las mesas de siempre, pura inspiración, de vaporosos linos, delicada porcelana y centelleante cristalería, esta vez con un toque italiano.

Mi tía Gina nos enseñó la pasión por los colores de la tierra, la fascinación por hechizo del atardecer en el porche entre almohadones, el respeto por la naturaleza, el huerto y el vino, la alegría de los platos que elaboraba llenos de colores y sabores, las mesas tan latinas donde aprendimos a fusionar nuestras culturas entre ráfagas de aire cálido que movían los manteles y nos hacía cosquillas en las piernas.

La mujer italiana que conquistó el corazón de mi tío abuelo, nos enamoró a todos y pasamos en esa gran casa familiar los veranos más coloridos y sabrosos de mi infancia. Ahora sé que aunque el tiempo pase, y haga reposar su fina capa de polvo sobre los recuerdos, estos reviven con un simple golpe de viento.

Mi infancia está a la vuelta de la esquina, camuflada en los paisajes y las personas de aquí, que se funden con los de allá, más allá del tiempo y el espacio.

Regresar al blog

Deja un comentario

Ten en cuenta que los comentarios deben aprobarse antes de que se publiquen.